Antagonista de Lavater y su pretendida ciencia fisiognómica, Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) esbozó en una página de sus cuadernos de aforismos —que él mismo catalogaba a la manera inglesa como waste books—, las posturas básicas para sostener la cabeza, contribución a la humanidad que hasta ahora era considerada un mero desplante satírico e incluso banal, pero que a la luz de sus demás apuntes quizá signifique la culminación de largas horas dedicadas a contemplar el paisaje del rostro.